Nuestra Historia
La historia de La Casa Vella es, ante todo, una historia familiar. Todo comenzó en 1997, cuando Antonia Miralles, la matriarca de nuestra familia, decidió emprender un nuevo camino.
El local que hoy alberga el restaurante tenía por entonces un inquilino que se iba. Antonia, siempre visionaria, vio en esa oportunidad la posibilidad de crear algo propio, algo que pudieran gestionar entre ella y su hija Mª Asunción, quien acababa de quedarse sin trabajo.
Antonia tiene un talento natural en la cocina, y así fue como nació La Casa Vella. Al poco tiempo, se unió Laura, también hija de Antonia, trabajando al frente del salón, mientras Antonia y Mª Asunción se encargaban de los fogones. Juntas, formaron un gran equipo que fusionaba tradición y esfuerzo familiar, lo que ha dado vida a este lugar.
Desde pequeña, María (hija de Mª Asunción) siempre ha estado involucrada en el restaurante, echando una mano donde podía. Sin embargo, no fue hasta hace unos seis años cuando se sumó de lleno a la aventura. Ahora, además de estar al servicio de los clientes en el salón, también se encarga de preparar postres, siempre siguiendo las recetas caseras que nos caracterizan.
El restaurante, que lleva el nombre de La Casa Vella («la casa vieja» en valenciano), debe su nombre a la historia de la vivienda que lo acoge. Desde que Mª Asunción y Laura eran niñas, siempre se referían a este lugar como «la casa vella», un juego de palabras entre valenciano y castellano que fue pasando de generación en generación. El edificio, una casa de dos plantas que siempre ha estado en nuestra familia, se ha mantenido como un símbolo de nuestras raíces y de nuestra historia.
Han sido más de 30 años de historia, con sus altos y bajos, como la difícil etapa de la pandemia. Durante ese tiempo, tuvimos que adaptarnos y aprovechamos para ampliar nuestro salón, lo que nos permitió continuar recibiendo a nuestros clientes con más comodidad. También, gracias a programas como Viajeros Cuatro, que nos dieron visibilidad, y a la confianza de quienes nos visitan, logramos superar ese obstáculo y seguir adelante.
Hoy en día, La Casa Vella sigue siendo un rincón acogedor donde nuestra familia comparte con los comensales no solo comida, sino también el legado de una tradición que comenzó hace más de tres décadas y que esperamos continúe por muchas más.






